Después de un sueño poco reparador la siguiente prueba es estar desayunando a ! las seis y media! Para partir hacia Pola de Allende. Prometia otra vez un día de solasturiano, dificil de mantener los treinta kilómetros del día. Bosques de castaños, cuestas y más cuestas, unos puentes sacados como de un cuento de hadas, y ningún peregrino al acecho.
El momento esperado del descanso, que no auguraba todo lo que restaba de camino, se disfruta de todos modos. Lo mejor, unas canciones, una marcha en grupo y el enorme esfuerzo de conseguir llegar al final. Con mucho cansancio y algo de desanimo que se pasa con la ducha, y la magnifica comida en la Allandesa. Todo se olvida en estas tardes de descanso que sirven para acercarnos y curar algunas ampollas. Una etapa más ..o menos...según se mire. Mañana espera el puerto del Palo!!!!