MONASTERIO SANTO TORIBIO DE LIÉBANA
El monasterio de Santo Toribio de Liébana fue un cenobio
cántabro cuyos orígenes se remontan a la época visigoda (siglo VI). En un
primer momento se adscribió a la protección de San Martín de Turieno o de Tours.
Es posible que a mediados del siglo VIII, una vez
consolidada la Reconquista en la zona de Liébana, se trajesen aquí los restos
del obispo Toribio de Astorga y las reliquias del Lignum Crucis (traídos por él
mismo desde Jerusalén) para depositarlas en un lugar seguro , que había
adquirido mucho prestigio en el mundo cristiano.
Santo Toribio de Astorga custodiaba las reliquias en
Jerusalén y pidió permiso al papa para trasladar el brazo izquierdo de la Cruz
de Cristo hasta Astorga. Posteriormente se trasladaron, junto con sus restos
mortales, al Monasterio de Santo Toribio
de Liébana, ante el inminente avance de los musulmanes.
El monasterio en el siglo VIII
está en su mayor auge gracias además de la presencia de las reliquias y los restos de
Santo Toribio, la presencia de Beato de Liébana, un fraile benedictino. Escribe
los Comentarios del Apocalipsis de San Juan y O Dei Verbum. Se convirtió en el
primer ideólogo de la Reconquista, en pleno Reino de Asturias
No sería hasta el siglo XII, cuando la comunidad benedictina
cambió su protección a Santo Toribio. Posteriormente pasó a pertenecer a la
orden de los franciscanos, sus actuales moradores, ya que los frailes de esta orden son, a partir de
un momento en la historia, los custodios de las reliquias del mundo cristiano.
La denominación de Monasterio
de Santo Toribio de Liébana existía ya en 1125, era patrimonio real. Poco después
en 1183, Alfonso VIII lo regala a los condes Don Gómez y Doña Emilia, y a su
muerte, pasa a depender del monasterio de Oña
MONASTERIO DE SANTO TORIBIO DE LIÉBANA: ARQUITECTURA.
El monasterio estaba conformado en sus orígenes por una serie de construcciones primitivas, muy sencillas, prerrománicas, asturiana o mozárabes. La actual construcción gótica data del siglo XIII, 1256, con ayuda económica de los fieles, por indulgencias. Es de estilo cisterciense, que se caracteriza por su sobriedad decorativa y su claridad de líneas. El edificio es de planta rectangular, creando un espacio diáfano, rematado por una torre prismática a los pies. Es de marcado carácter medieval, y le faltan las construcciones que cerraban el atrio, resultando más recoleto.
La fachada meridional tiene dos portadas: la principal de arco apuntado con arquivoltas, decorada con capiteles historiados: en uno de ellos un joven lleva el escudo pontificio en alusión a la bula papal, y un águila con las alas desplegadas, símbolo de Cristo. La otra portada es la Puerta del Perdón (que se abre solo en años jubilares, cuando el 16 de abril Santo Toribio, cae en domingo). Es de estilo románico arcaizante, del siglo XVII, cuando se concede el jubileo, decorada con relieves modernos de Manuel Pereda de la Reguera. La capilla del Lignum Crucis es barroca del siglo XVIII, de un nave de tres tramos con linterna y pechinas con representaciones de los Evangelistas. Aparece la estatua del arzobispo Otero y Cossió, inquisidor, que donó 12.000 pesos. Unas arcadas apuntadas dan paso al claustro herreriano del siglo XVII, con una escultura de Jesús Otero, Beato en el scriptorium.
En el
interior, la iglesia posee tres ábsides poligonales, que rematan tres naves
de similar altura. Cuenta con pilares cruciformes con columnas adosadas, arcos
torales y formeros. La cubierta es de bóveda de crucería, con nervios de
refuerzo en la central, y en las laterales, bóvedas sexpartitas, donde
antiguamente iba el coro. Los nervios apoyan en ménsulas decoradas con cabezas
humanas, en alusión a los santos del cielo. Los últimos tramos de las naves son
más largos para reforzar la función pública. La decoración es escasa, solo en
los capiteles del ábside: cabezas humanas y animales (el toro y el oso que
ayudaron a Santo Toribio), además de la decoración geométrica de las naves. En
el ábside del Evangelio, está la estatua yacente de Santo Toribio, del siglo
XIV, de madera de olmo policromada. En el ábside central está la Virgen de los
Ángeles, renacentista. Las vidrieras del año 2000.
En el entorno encontramos una serie de
construcciones derruidas: la Cueva Santa.
Excavada en la roca, sillería y sillares, del prerrománico asturiano. Es el
edificio más antiguo de todos los que se levantan en el entorno del monasterio,
es rectangular, de dos plantas, y se accede por el inferior mediante un arco de
medio punto. Recuerda a construcciones del prerrománico asturiano. La Ermita de
San Miguel (siglo XIII), solo la cabecera. Tiene unas vistas excepcionales.
Solo se conserva el primitivo ábside, cubierto con bóveda de cañón y el arco de
triunfo.
Entorno
: Cueva Santa, excavada en la roca, sillería y
sillares, del prerrománico asturiano
Es el edificio más antiguo de todos los que se levantan en
el entorno del monasterio. Se trata de un edificio de planta rectangular con
dos pisos. Se accede por el inferior, mediante un arco de medio punto, a una
sala rectangular, cuyas paredes son la misma roca, disimulada con mampostería.
El piso superior seguramente contase con un acceso independiente. La
construcción recuerda a las iglesias del prerrománico asturiano, en cuya época,
quizás, se construyó.
Ermita de San Miguel (s. XIII), solo la cabeceraJunto a Santa Catalina, también
merece la pena su visita, debido de nuevo a lo espectacular de las vistas,
aunque se sitúe a una altura inferior. Se trata de una construcción conservada
en estado muy precario, de la que tan sólo se ha conservado el primitivo ábside
y el arco del triunfo. El ábside se cubre con bóveda de cañón apuntado y se iluminaba por
medio de dos pequeñas ventanas, situadas en los costados meridional y
septentrional, en forma de aspillera. La ermita tenía una sola nave,
seguramente cubierta con madera, y con una espadaña, como Santa Catalina, de la
que nada se ha conservado.
Ermita de Santa Catalina, solo la espadañaSin duda es la ermita mejor
conservada de todas las que se encuentran en el entorno, y también una de las
de mayor tamaño. Merece la pena acercarse, pues desde allí se observa una
panorámica espectacular de los Picos de Europa. Se trata de una construcción de origen románico, de finales
del siglo XII o inicios del XIII. Tiene una sola nave, con un ábside
semicircular, y una espadaña que asoma desde uno de los muros del ábside, cuya
cubierta, seguramente, fuese de bóveda de cañón. De la nave, que seguramente
tuviese una cubierta de madera, sólo se han conservado sus cimientos.
Ermita de San Juan de
la Casería (s. XVI)Se encuentra en la parte baja de la montaña, y su estado de
conservación es bastante bueno. Su datación es incierta, aunque lo que nos ha
llegado no parece corresponder a una fábrica románica. Es una construcción muy
sencilla, con un ábside de planta cuadrada y una sola nave, cuadrangular, más
ancha que larga, que seguramente se cerraba con una cubierta de madera.
Ermita de San
PedroSe encuentra en
la parte superior de la montaña, y también se encuentra en un estado de ruina
muy avanzado, aunque sus muros todavía se mantienen en pie. Al igual que la
anterior, es un edificio de planta rectangular, con una puerta de acceso
impracticable debido a la vegetación.
N. Señora de los ÁngelesNo se ha conservado prácticamente nada de esta pequeña
ermita, a excepción de sus cimientos, cubiertos por completo por la maleza y la
vegetación. Parece que se trataba de una pequeña construcción de planta
rectangular, con nave única.
El monje Beato
de Liébana y los Comentarios al Apocalipsis
La obra recopila grandes fragmentos de otros autores como
San Ireneo de Lyon, San Agustín de Hipona, San Ambrosio de Milán, San Isidoro
de Sevilla, San Gregorio magno y los padres africanos Primario y Ticonio, obras
todas ellas que se guardaban en la biblioteca del monasterio.
El libro alcanzó una gran fama a lo largo de los siglos de
la Edad Media, y, aunque el original no se ha conservado, se realizaron muchas
copias, conocidas como "beatos", de las que nos han llegado 27, de
los cuales 24 conservan miniaturas. Todos ellos están fechados entre los siglos
X al XIII y se realizaron en monasterios del entorno leonés. Pero por lo que
realmente son importantes los beatos son por el maravilloso repertorio de
miniaturas de las que se acompañan los textos, con una estética misteriosa y
expresionista, y figuras que destacan sobre fondos de gran intensidad.
BEATOS DE LIÉBANA Dentro del arte
mozárabe se crearon los manuscritos iluminados del comentario del Apocalipsis
de San Juan, obra original del BEATO DE
LIÉBANA, los famosos beatos mozárabes, que fue el libro más copiado en los
monasterios después de la Biblia. Están ilustrados con miniaturas muy
expresivas. Las
escenas aparecen sobre un fondo de bandas horizontales de colores primarios
estridentes, que no corresponden a ninguna realidad exterior y sí un simbólico
efecto espacial. Las formas son geométricas y esquemáticas. No hay profundidad
ni volumen en las figuras. El pintor intenta representar todos los elementos
esenciales de un objeto dislocando los planos.
La iconografía de los beatos ha de influir en algunos aspectos del arte figurativo románico en relación con el mundo del diablo y del fin del mundo. También dejan su huella en el diseño de elementos decorativos, como los entrelazados laberínticos, y en la creación de seres monstruosos. También influyó la proximidad del año mil y la idea del fin del mundo. La influencia de la cultura musulmana es evidente en los ropajes, los motivos ornamentales y las arquitecturas con arcos de herradura.
La iconografía de los beatos ha de influir en algunos aspectos del arte figurativo románico en relación con el mundo del diablo y del fin del mundo. También dejan su huella en el diseño de elementos decorativos, como los entrelazados laberínticos, y en la creación de seres monstruosos. También influyó la proximidad del año mil y la idea del fin del mundo. La influencia de la cultura musulmana es evidente en los ropajes, los motivos ornamentales y las arquitecturas con arcos de herradura.
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