Memoria- Recuerdo del I Camino de Santiago.


Mantel de un restaurante. Triacastela
MEMORIA- RECUERDO DEL CAMINO DE SANTIAGO
Queremos recoger en este capítulo las andanzas, los lugares, que quedan más que en nuestra memoria, en nuestro recuerdo. Y que sirva a otros para llevar a cabo una experiencia tan especial como es el Camino de Santiago.

Viernes 28 junio 2013

Llegó el día. Tras tantos preparativos no parecía posible. Nos íbamos al Camino de Santiago. Mochila cerrada (si bien, olvidando algunas cosas útiles) y ganas en el cuerpo.
Unas cuantas carreras para finalizar detalles de última hora, y, por fin, en la estación, en tiempo record. Allí están, sonrientes, a la expectativa, nerviosas, algunas con cara de no saber a dónde iban. Acompañadas de los últimos consejos de sus madres y de foto de estación (todos no, faltaba Ángel,
En la Estación Sur.

claro, que llega in extremis), mochilas al maletero. Animamos el autobús de Alsa, eso seguro, hasta canciones y chistes en voz alta. En la primera parada de descanso casi se quedan dos, entre ellas la jefa.
Bajar en Piedrafita es toda una emoción,  y hacerse cargo de la inseparable compañera  desde ese momento: la mochila. Ponerse las botas, más fotos sonrientes, y ponerse a caminar, es todo uno. El primer camino se resiste, no por ahí no es…espera Cebreiro.
Se trata de una pequeña aldea, con gran encanto y tradición jacobea.

Santa María
Cebreiro
Allí se encuentra Santa María, la iglesia más antigua del camino, con sus leyendas del santo Grial y las vinageras regaladas por los Reyes Católicos. La emoción al entrar en esta primera iglesia del camino, rodeada de pallozas, es inenarrable. Y donde se consigue el primer sello de la credencial. Otra emoción.
Las primeras postales de los peregrinos quedan en Cebreiro para llegar a sus destinos. Sellos, postales, servicio de correos, de todo lo necesario hay.
Ya ha sido avistada la primera flecha amarilla, gran invento que acompaña y guía a los peregrinos en todo momento. Nunca falla (o casi nunca), cuando no sabes por dónde ir, aparece una flecha amarilla salvadora.
Ya estamos en Galicia, habrá que probar el pulpo y el ribeiro, sin poder esperar. Ah, y la empanada. La tierra nos llega por los cinco sentidos. Comenzamos a empaparnos de Galicia, y del ambiente cosmopolita y a la vez recogido del camino.


Y seguimos ruta, espera, lejana y acogedora, Casa Rural Rodríguez, en la pequeña aldea de Sabugos, a dos horas todavía de distancia. Se hace largo el trayecto, pero al final aparece tras una cuesta abajo interminable. Millones de estrellas y el guiño de alguna luciérnaga nos dan la bienvenida.

Unas clases de yoga de Laura de postre improvisado, después de dar buena cuenta de las viandas, en un comedor digno de reyes. Relax total y  muchas risas, sorprendidos por la flexibilidad de las peregrinas. Risas que a alguna le impide conciliar el sueño hasta tarde.

Sábado 29 junio 2013

            Hoy es la festividad de San Pablo y San Pedro. Imposible olvidarlo, Pedro se encargaba de recordarlo continuamente. Chicas, hoy hemos madrugado menos, pero no os acostumbréis, ayer se adelantó parte de la jornada de hoy.
            Brújula electrónica en marcha (Wikiloc, que recoge datos de nuestras andanzas, y que cuesta dominar a su portadora, la jefa,…inventos para frikis…y para Ana). Y a caminar. Las botas todavía no están domadas, pero ya lo estarán...para casi todas. Rápidamente nos empieza a envolver Galicia y sus bosques de castaños y carballos. Para empezar, una fuerte pendiente que lleva al Alto do Poio y que hace pensar a más de una, que qué demonios hace allí,
pero no por ello deja de cantar. Merece la pena el esfuerzo.
            Pequeñas aldeas con nombres sugerentes como Filloval, a las que se llega caminando, desplegando así todo su encanto. Aparecen ya peregrinos por doquier, con la frase que acompaña hasta Santiago: “buen camino”. Hasta peregrinos en bicicleta que están creando un 
çnuevo camino de peregrinación: de Santiago a Jerusalén, nada menos.
             Llegar andando a los pueblos supone el placer de lo que se aprecia lenta y pausadamente. Las casas van apareciendo a lo lejos, o detrás de un recodo, y, de repente, te envuelven. Sus huertos de patatas y berzas de la tierra, las gallinas correteando en torno a las casonas. Lavaderos y hórreos medio arrumbados por el desuso que hablan de costumbre perdidas  reciben a las afueras a los peregrinos, y las fuentes, apagan su sed y los reconcilian con el sol que ya empieza a calentar.
            Un peregrino petrificado, luchando contra el viento,
a modo de monumento, sirve de excusa para parar y hacer fotos, y recuperar así el resuello.
            Pasante, Ramil, ya se aprecia Triacastela al fondo. Por fin. Y el primer albergue, (Berce do Camiño) tema desconocido por la mayoría, y que no sabe qué deparará un habitación y unas duchas comunes. Pero primero, menú del peregrino, lento pero seguro, unos macarrones, huevos fritos con patatas y postre…por 5 euros, no está mal.
            Por la tarde siguen los nervios, hay tantas cosas que hacer, la colada, visitar la iglesia de Santiago para asistir a la misa del peregrino  (políglota y curiosa, con una máxima al final del sacerdote: sed felices), tomarse un ribeiro con pulpo.

            Todo acompañado de la búsqueda del sello, en las iglesias, en los bares, en los albergues. La credencial va teniendo color y vida.
            La noche es ruidosa, tras una rica cena, y entre literas y risas, sobre todo de Cris. Antes de dormir hay que mandar fotos y anécdotas a nuestro corresponsal en Madrid, José Ramón, que, cuando no hay ordenador a mano, completa el diario del blog. (caminodesantiagoloreto.blogspot.com)
           




Domingo 30 junio 2013

Mucho sueño al sonar el despertador, esta vez implacable, a las seis. En busca lo primero, del desayuno del peregrino,  fundamental para  coger fuerzas. Tostadas, zumo, café…y ganas de no notar las ampollas. De desperezarse y de dejar atrás una jornada más. Nos espera Sarria, lo que significa unos 18 kilómetros de paseo y peregrinación. También de cánticos y risas.
Carballeiras, corredoiras, pasales (para vadear los riachuelos),
 palabras gallegas con las que nos familiarizamos. Y también la niebla hace su aparición, entre pequeños albergues con sugerentes nombres (“El beso”) y paisajes que parecen acercarnos a la “Finisterrae”.
Furela, Gosende, Carballel, son pequeñas aldehuelas que van dejándonos pasar por sus entrañas, hasta llegar a duras penas (algunas más que otras) a lo que nos parece una gran ciudad. Hay que atravesar el bullicio dominical con la sorpresa de que las bicis en ese pueblo, ¡vuelan! Cuesta llegar hasta la parte alta, la más antigua, donde se concentran los albergues de los peregrinos. Sarria es el punto de partida de muchos grupos, al estar conectado por tren con otras ciudades.
Una vez instalados en el albergue Don Álvaro, una casona antigua, con pediluvio, terraza y todo, hay que disponerse a buscar la pulpería de Luis.
No importa volver a bajar, ya sin mochila. Esperan las delicias del mar y de la tierra gallega.
Es una ciudad con solera y restos milenarios.  Tras unos restos de muralla y un castillo medieval se encuentra la pequeña iglesia de El Salvador, y el magnífico convento de la Magdalena. Sorprende al entrar, al atardecer, casi cerrando sus puertas, su claustro,
a caballo entre lo último del gótico y las novedades del Renacimiento.
Sarria ofrece incluso un chapuzón en la piscina municipal, un descanso merecido y la hospitalidad de Casa Matías, un italiano con pizzas riquísimas. Un local destartalado,  acogedor,  lleno de objetos reciclados (mesas, sillas)
y donde se permite dejar la huella indeleble de una pintada en la pared (nuestro  logo). Y de nuestras firmas en el libro de visitas. Por supuesto tienen sello para la credencial.
Hay que descansar para la jornada siguiente, algunos valientes lo hacen en la terraza, pero las nubes impiden ver la Vía Láctea, ese otro Camino de Santiago, estelar.


Lunes 1 julio 2013

            Se deja Sarria, sin pena por el trasiego continuo de peregrinos (hasta autobuses de apoyo), sabiendo que nos espera el Miño, a su paso por Portomarín. Desayuno y vuelta a buscar flechas amarillas. Pasaos el simbólico kilómetro 111. Y espera un valle de carballos milenarios que promete sombra y paisajes increíbles.
            Entre carballos, castaños y, eucaliptos y helechos, enseguida llegamos al mítico número: el cien. Foto obligada y seguir hacia Ferreira, Vilaché, entre hórreos y paisanos regando sus patatas

que no saludan con su “buen camino” con acento gallego.

            Se cuenta con dos peregrinas menos (el día anterior sólo había sido una), que se recuperan de sus males varios y de sus ampollas. El cansancio hace mella ya entre los peregrinos en este cuarto día de andadura.

            Portomarín

 es un pueblo reconstruido, por la inundación del valle por un pantano, con calles muy regulares y menos encanto que otros pueblos. Su iglesia fortaleza                                    
Iglesia -Fortaleza Portomarín
fue trasladada piedra a piedra, pero la orientación no fue tenida en cuenta. Está desorientada. En la ribera del Miño espera un albergue

de nueva construcción, y un caldo gallego que apetece para recuperarse. El día se había vuelto frío, húmedo, desapacible. Esta noche no se oye ni una risa, vence el cansancio.                           
        

Martes 2 julio 2013

            ¿Por dónde sigue el camino? Pregunta de Ángel tras uno de sus múltiples cafelitos. Tras un desayuno presuroso, sin entender muy bien por qué lo peregrinos deben tener prisa, se deja atrás Portomarín, camino de Palas de Rei,  de nombre prometedor (pero que no deja ninguna huella).
            El periplo de hoy será largo, 25 kilómetros, y riadas de peregrinos acompañan a ratos. Una marcha muy ligera, ya con el grupo completo otra vez. Ligonde, Airexe, Lestedo,
ya se nota el entrenamiento de peregrinos y peregrinas. Las paradas deben ser un poco más largas, y Casa Mariluz ofrece un prado muy apropiado para un pequeño relax, aprovechado para curar heridas, con asistencia de la Cruz Roja y todo. Se da buena cuenta de unos bocatas (por supuesto de sardinas, que alimentan tanto...y de fuet) que hacen recuperar fuerzas, sin parar de hablar y con algún que otro masaje.
            El recorrido sigue entre bosques y caminos, encontrando personajes peculiares. Los que van en tándem, los que empujan su carrito de niño desde León, californianos y suecos, y neozelandeses piadosos, peregrinos de pata negra. Se organiza todo un microcosmos en el camino.
            El alojamiento se complica,  y se acaba en un hostal pequeño y bastante cutre, donde no saben ni freír unos huevos.
            Lo difícil es buscar tiempo para leer, para escribir. Sobre todo se quiere descansar.


Miércoles 3 julio 2013
  
            Apresuran  el paso las peregrinas y sus profes  para dejar  Palas de Rei, que no ha gustado en absoluto, (y además ¡ha vuelto a aparecer el bombero!) y abordar la más larga de las jornadas hasta Arzúa: más de 28  kilómetros.
            La andadura promete, pues se inicia en un bosque donde saludan carballos y croar de ranas a la par. Adelantan a los caminantes otro tipo de peregrinos, a caballo,
que, desde Badajoz se dirigen también a Santiago. Y muchos peregrinos, en bicicleta, andando, de todas las edades y condiciones, incluso con perro, en este caso una bóxer que acompañaba a dos peregrinas. Se nota la cercanía de la meta, en el ánimo y en las multitudes.
            Una jornada jalonada de nombres sugerentes: San Xiao do Caiño, Casanova, Sambreixo, . En Leboreiro
Sta. María de Leboreiro
espera la Iglesia de Santa María, muy cuidada como todas, y en la que hay que parar por el sello. Furelos…Melide…ahí hay parada obligatoria. El pulpo de Melide tiene mucha fama. Comeremos allí, y recuperaremos fuerzas, en esta larga jornada (que va a durar once horas de camino). El crucero
Crucero medieval. Melide
de esta localidad es el más antiguo del camino, y la foto es obligada.
            Es un día inolvidable, pero también cansado y caluroso. El río se presenta generoso para nuestros pies,

no hay más remedio que dejarse tentar por sus frescas aguas. Y aprovechar para pintar y hacer fotos. Ya se ha olvidado el camino hasta allí.
 El albergue de Ribadiso, en un antiguo hospital de peregrinos, se yergue al lado de un puente, invitando a un pequeño descanso. Ribadiso de Baixo, ya queda poco
Albergue de Ribadiso
para Arzúa.
            Se hace interminable atravesar la localidad de Arzúa para encontrar por fin la Vía Láctea, el albergue moderno (y un poco masificado, habitaciones de doce, menos mal, pero sin ventanas) que nos espera. Hay que recuperarse y un baño en la piscina es la mejor opción para unos cuantos. El resto, a comprar viandas para la cena. Cocina Laura, una pasta, y ensalada, especialidad de Ángel. La compra en el supermercado es ya todo un divertimento. Y la cena con americanos, coreanos y japoneses mucho más.
La cocinera y sus pinches

Jueves 4 julio 2013

            El recorrido del día se presenta corto, y con muchas ganas, por la cercanía ya de Santiago, menos de cuarenta kilómetros. La sexta jornada de camino transcurre entre los aromatizados bosques de eucaliptos que repueblan toda esta zona. Se oyen muchas canciones y de nuevo la presencia de grupos de peregrinos es constante.


            Una parada muy especial fue la Casa Verde, animada con música, peregrinos andaluces muy ruidosos y unos cuantos chupitos, donde el “equipo azul" fue inmortalizado. La parada fue más larga de lo normal, Sabedores de la cercanía de nuestro próximo albergue: Santa Irene ( a unos cuatro antes de llegar a Pedrouzo).  También había que dar buena cuenta de los bocatas, cómo no de sardinas y fuet.


            Y la sorpresa al llegar a nuestro destino, una casa de pueblo, cuya cuadra habían convertido en albergue, de tan solo  15 plazas, que ocupábamos casi al completo. Allí se conoció al resto de los peregrinos, dos alemanas y Joshik, el japonés. Ya serían compañía inseparable  hasta Santiago.
          
  Una casa con un magnífico prado, donde descansar, hacer la colada , dormitar, escribir. Hasta la hora de la cena, que consiste en una sopa de pescado y una merluza que será difícil de olvidar. Cena entrañable con nuestros nuevos amigos y regada con un buen ribeiro.
                                                                                              


                  
            El patio invitaba a ver las estrellas, a cientos esa noche, y a asegurarse que ahí continuaba la Vía Láctea, para guiar los pasos de peregrino. E invitaba a la charla...hasta altas horas de la noche.


Viernes 5 julio 2013


            La última jornada en el camino hacia Santiago, hace que los peregrinos se sientan muy alegres, y a la vez nostálgicos, porque se acerca el fin. Del millón de pasos que se calcula en el Camino Francés, en estos 150 kilómetros de Cebreiro a Santiago, los peregrinos y peregrinas del Loreto habrán hecho más de 200.000.


            Y sólo les separaban unos veinte de la meta jacobea. En el camino, al principio lleno de eucaliptos y carballos, se van encontrando todos los conocidos: las alemanas, el japonés, los de los salesianos de Atocha…todo anuncia el final.

            Espera el Monte do Gozo, cuya subida era temida, pero resulta un paseo agradable, esos sí, caluroso. Coinciden en este punto alto multitud de peregrinos, que se detienen para ver a lo lejos la deseada ciudad de Santiago. Una parada, para reagruparse y entrar todos juntos en la Plaza del Obradoiro.


            La llegada a Santiago es algo árida, con naves industriales, centrales eléctricas que rompen el paisaje, y el aeropuerto. Pero los cánticos y las ganas de legar hacen que pasen desapercibidos. Canciones de campamento y sobre todo el himno del cole, con el que se hizo la entrada triunfal frente
a la catedral. Los santiagueses de los barrios periféricos miraban con simpatía los cánticos y las risas de las peregrinas.

Interior de la catedral. El Apóstol
            Y al fin, la Plaza del Obradoiro, hay que hacer foto, hay que entrar en la catedral, a pesar de la sed. Chasco, el Pórtico de la Gloria está en obras de restauración, con andamios que impiden su disfrute.

            Hay que hidratarse, comer, y para ello qué mejor sitio que un antiguo comedor de peregrinos que ahora se llama Casa Manolo.
La visita completa a la catedral queda para luego.


            Desde este año los viernes hay misa del peregrino a las 19.30, y ponen en funcionamiento el Botafumeiro, por lo que pudimos ser testigos de tal maravilla. Y comprender el amplio significado de las iglesias de peregrinación y su organización.


            Poco tiempo nos parece una tarde en Santiago, para hacer alguna compra, un café en el camino, sentarse en la plaza a descansar…y a por la mochila que descansaba en una consigna para peregrinos. Era el mismo sitio donde fuimos a ganar la Compostela, enseñando todos nuestros sellos de la credencial.

            Y a la estación, quedan diez horas de viaje para soñar con este viaje, y llegar de nuevo a casa.

            Ha sido sobre todo,     MUY BUEN CAMINO









           




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