miércoles, 19 de junio de 2019

La etapa más larga: de A Guarda a Baiona

Después del estupendo y recién estrenado albergue de Santa Luzia, descansados, vino una corta etapa, en cuanto a kilometros, y con el cruce del Miño en pequeñas barcas para regresar a España, al la ciudad de A Guarda. Una jornada lluviosa, ventosa, a la que no dedicamos un capítulo.
Aunque la subida voluntaria a Santa Tecla, merecerían uno aparte, con su castro celta, y su pequeña ermita, centro de devoción popular.


Nos esperaba el duro suelo del polideportivo del colegio (al final no tan duro, había colchonetas). Entre partidos de fútbol y risas, y por fin silencio, conseguimos dormir.
La etapa que nos ocupa, de A Guarda a Baiona, ha sido larga, más de treinta kilómetros, que han superado nuestros caminantes, hasta las que iban más heridas. Con sorpresas como el Monasterio cisterciense de Oia, y sus aguas milagrosas.
Siempre acompañados por el Atĺántico, a nuestra izquierda, disfrutàndolo con los cinco setido; la humedad en el tacto, el sonido del mar,...y de una gaita solitaria... el olor a salitre y el regusto que deja y por supuesto la vista. El horizonte sonoro del mar, sus pequeñas embarcaciones y la sorpresa de las Islas Cíes ya llegando a nuestro destino, Baiona, con su fortaleza que  acoge uno de los mejores paradores de España.
La travesía ha sido larga, costosa, y aderezada de un montón de  anécdotas, no en vano el cansancio y el dolor hacía mella en todos nosotros,.
La última imagen es una majestuosa vista desde esa misma fortaleza, que sugiere luchas y enfrentamientos desde tiempos remotos por conservarla. Y una vista de los yates atracados ahora, lejos de esos barcos que llegaban a estos puertos del norte, arrastrados por los vientos, como La Pinta.




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