Una vez recuperado el aliento y
descansados a pesar del albergue repleto de peregrinos y olores a camino, pusimos
rumbo a la penúltima jornada, Pedrouzo. Más corta, y más animada. Motiva mucho la proximidad de Santiago.
Calor y nada de lluvia....muy
raro en Galicia.
La sorpresa tras atravesar
bosques y bosques de eucaliptus maravillosamente aromatizados, fue al llegar al
pequeño albergue.
Último que nos acoge, con el
encanto de una casa rural, buena cocina y peregrinas alemanas y un japonés.
Cena entrañable casi de despedida
y prepararse para llegar a la meta.
Y gracias a la colaboración
especial de nuestro corresponsal en Madrid, José Ramón, habéis podido tener
puntual (casi) noticia de nuestras andanzas.
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