sábado, 1 de julio de 2017

Séptimo día: atravesar Picos para llegar a Potes


Hoy nos valemos de las imágenes para describir el día, que comenzó a las siete de la mañana lloviendo, y dio alguna tregua, pero pocas. Paisajes flotando entre nubes que nos hacían pararnos de vez en cuando (bueno, las pendientes también colaboraban a que tuviéramos que recuperarnos, unas más que otras).

Pero en ningún momento se pierde el buen humor, a pesar de estar calados hasta los huesos, daba igual que llevaras capa o chubasquero. Ah, bueno, el paraguas de Julio le resultó útil, creemos que es lo que ha atraído la lluvia.
Nuestras animadoras oficiales, Paula y Claudia, siempre dispuestas a todo.
Las "Queensy", claro, en plena pose.

Nuestras peregrinas forman parte de ese impresionante paisaje de montaña

Julio y sus chicas de basket.

Tomamos al asalto la queseríadePendes. ¡Ummmmm, qué quesucos!

Los chicos supervivientes.

Poneos para la foto....



El centro de visitantes de Tama y Borja Palacios nos acogieron en el momento de más necesidad de secarnos y entrar en calor





Pareciera que los monjes participaran en el selfie de Ana y sus chicas de arte.




Las chicas de arte frente a ilustraciones del Beato de Liébana en el centro de Tama.


En Potes comimos en la Bodega Aguilar:  cocido
 montañeses y lebaniego,  de chuparse los dedos. Y entrecot  y solomillo....delicioso. Con postres de la tierra. Luego hay que llegar al albergue. Último paseo de solo 2 kilómetros.












Última subida, hacia el albergue diocesano de Santo Toribio, abierto solo el año jubilar


Ya en el albergue diocesano, concierto de Luis, el diácono que lo rige, con sus steel drums de Trinidad Tobago. Al fondo, Ramona, que también lo rige, escuchando atenta.

Tuvimos ilustres visitas: Inma, Loli, Joshany e Isabel


Como siempre, en esta semana, un día intenso, vivido con los cinco sentidos: los paisajes que vemos, la música que nos deleita, tanto de Luis como de Paula, el olor a bosque, los sabores de la gastronomía local, y el tacto...de humedadad continua. Bueno, se me olvidaba, y las galletas de los Gamboa, que llegaron desde muy lejos. ¡¡¡Muchas gracias, familia!!!


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