Suena la alarma a las ocho, pero no es un día cualquiera, hoy los nervios están a flor de piel, y no precisamente por el claustro que nos espera en el colegio. Llevamos todo el mes de junio deseando dormir y atrasar el despertador, pero hoy no. Hoy es un día especial, hoy comienza una aventura. No hay nada mejor en el mundo que levantarse motivado, que lo que te espera en el día te apetezca tanto que no haya lugar para el sueño y el cansancio, que las ganas puedan con todo. Y con muchas ganas, demasiadas diría yo, nos subimos al bus que nos llevaría al inicio de nuestro peregrinaje. Próxima parada: Oviedo, tranquilo Pedro que aún no nos bajamos. Demasiadas voces y alboroto para un autobús lleno de gente aburrida y envidiosa que acabó bastante harta de nuestra alegría y critiqueo (tranqui Azu esto no va por ti, eres demasiado "buena" para esto).
El prerrománico estaba esperándonos en todo su esplendor y el abuelito Pedro desplegó todos sus conocimientos para ilustrarnos sobre la vida de Alfonso el casto o los arcos peraltados. Hay que ver lo que da de sí un día: nervios, viaje, arte, cervezas, albóndigas y una compañía insuperable. Compañía que seguiríamos disfrutando una vez metidos en la cama, y no, no penséis mal, pero volver a los campamentos de adolescencia llenos de carcajadas e historias antes de dormir es muy fácil viajando con personas que son y serán jóvenes eternamente. Hasta mañana.
Fdo: Carmen
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