El domingo transcurrió por una de las etapas más bonitas, que nos regaló paisajes de todo tipo. Andando por unos bosques de ensueño subimos a cómodamente muchos kilómetros, que nos daban tregua con pequeñas bajadas, para aprovechar y disfrutar el paisaje. El ritmo del grupo se adaptaba a todos y en especial a los más lentos por lesionados...o por abuela. Cogimos fuerzas en Campiello, en una de esas paradas que forman parte del Camino, conversación, refrescarnos y unos frutos secos para sorprendernos...ya llevábamos la mitad. Pues a seguir, con esas conversaciones que permiten escuchar, descubrir al compañero que se adecua a tu paso, y además a los arroyos, los pájaros..los sonidos y olores del camino que nos acompañan. Y las sensaciones de cercanía y calor de quien va a tu paso (aunque nos costó algún despiste).
Pocos peregrinos y una cumbre ventosa, Lavadoira, nos permiten otra parada, un tanto heladora pero llena de risas.
Pola de Allande nos espera con un encanto especial, fruto de una historia llena de los que se tuvieron que ir, atravesando mares, y trajeron prosperidad y dinero a estos lares.
La comida en un restaurante local que compite con los mejores nos dejó placer en el paladar, y la incorporación de dos compañeras más a la aventura, Inma y Joshany, además de la anfitriona de estas tierras asturianas, Graciela.
Recordaremos siempre el recibimiento acogedor de Andrea y Pepe, con una limonada y un pequeño albergue hecho con cariño, lleno detalles y de amor. Como en casa, estábamos, dejando pasar otro día, movidito, entre fotos de grupo y algunos habitantes de querían seguir con nosotros el camino¡garrapatas!...que fueron expulsadas convenientemente del grupo.
Olores, sabores, abrazos y un día muy especial.
Fdo: Ana
No hay comentarios:
Publicar un comentario